Por ALICIA HABER
¿Por qué esta noche es diferente de las otras?
Es Pésaj: los judíos honramos la libertad.
Hoy comienza Pésaj, las Pascuas judías, y en los hogares de los judíos de todo el mundo, se reúnen las familias y los amigos que profesan otras religiones o que son laicos, para celebrar una tradición milenaria. Lo festejan los religiosos imbuidos de fe, los tradicionalistas y los más laicos. Porque el judaísmo no es solo una religión, ni puede explicarse solo desde ese enfoque, es una identidad étnica, cultural, y con contenidos religiosos. Hace ya tiempo, desde la Modernidad que se puede ser judío secular, un punto de vista que los ortodoxos no comparten. Para los seculares en Pésaj lo más importante es contar para afirmar la identidad, los valores éticos, defender a idea de libertad, trasmitir a los jóvenes y permanecer en el seno del pueblo.
Pésaj es la fiesta es más alegre, popular, antigua, muy celebrada y siempre esperada. Dura siete días pero la reunión familiar se realiza solo en dos oportunidades, hoy y mañana., los dos primeros días (en la Diáspora). Conmemora el mítico relato de la liberación de los judíos de la esclavitud en Egipto en tiempos faraónicos, su paso de la esclavitud a la libertad, del exilio a la Tierra Prometida. Para los religiosos implica intervención divina y creencia en Dios, para los seculares Pésaj está basada en el mito y la leyenda, en la historia y la tradición. Pésaj contiene enseñanzas y valores y sobresale el papel otorgado a la libertad. Nos transforma en devotos de la libertad.
Lo fundamental es celebrar la libertad, recordar a través de un relato, recuperar el pasado, narrar para conocernos e identificarnos con nuestros ancestros y nuestros hermanos, para reconocer nuestra historia y ubicarnos en ella, y activar esa parte de la identidad, porque tenemos muchas, como todo el mundo, muchas identidades, una de ellas es la judía. Trasmitimos. Por eso leemos, contamos, y damos un lugar preeminente a los niños que participan preguntando y jugando aprenden. Se lee un libro llamado Hagadá (cuento en hebreo) que relata el mítico éxodo del Egipto hacia la libertad, el fin de la esclavitud, y el comienzo del camino hacia la tierra prometida, hacia un país propio. Está inspirado en la gesta de Moisés contada en la Biblia, y ese acontecimiento específico se transforma en algo eterno con significados metafóricos que se van ampliando a lo largo de las generaciones pues el pensamiento judío estimula la apertura de interpretaciones, la exégesis, y ya los mismos religiosos generan incentivos para las nuevas lecturas, las diferentes miradas, las glosas explicaciones y comentarios enriquecedores. La Hagadá es un canto a la libertad y autonomía del pueblo judío y de todos los pueblos. El libro puede ser muy sencillo, puede estar ilustrado por artistas, puede ser lujoso y tener verdaderas obras de arte y puede ser muy antiguo y de enorme belleza artística. También hay versiones con dibujos para niños y otras con traducciones en diversos idiomas para los judíos dispersos por el mundo.
COMIENDO CON ORDEN: CANTOS, RITOS Y PLATOS SABROSOS
En Pésaj se lleva a cabo el Seder que significa «orden´´ en hebreo, y con este nombre se denomina la cena festiva debido al «orden´´ en el que se realizan las bendiciones, ceremonias, comidas, bebidas, cantos, preguntas.
A lo largo del Seder se lee, se canta, se reza, y se comen numerosos alimentos ricos y diversos según las tradiciones de cada hogar. Algunos no pueden faltan. Y algunos deben faltar. No puede haber nada con levadura. Porque los judíos según la narrativa debieron salir de Egipto rápidamente y se vieron obligados a comer solo panes ácimos o Matzot, unas galletas chatas y sin fermentar.
Y sobre la mesa tienen que estar una serie de alimentos simbólicos en una fuente o keará como por ejemplo maror o hierba amarga para recordar la dura vida de la esclavitud en Egipto; jaróset (una mezcla de manzanas y nueces picadas y amasadas con vino), para evocar el trabajo de la construcción cuando eran esclavos); carpás (verduras que se mojan en agua salada) símbolo de las lágrimas vertidas durante la esclavitud y la matzá y el vino especial para la festividad. Luego se sirven platos que varían de acuerdo a las diversas tradiciones.
En Pésaj cada persona debe sentir que ha sido esclava, que ha partido y se ha liberado. Se lo vive en tiempo presente. Para vivir en carne propia lo que es la esclavitud, y oler la hermosa fragancia de la libertad y la autonomía. En la Hagadá está escrito: «Cada uno debe verse asimismo como esclavo y huido de Egipto».
Los seres humanos deben ser libres: ese es el gran mensaje de la festividad. Pero no solo políticamente. Hay otras esclavitudes a tener en cuenta como las personales. El sabio judío Ajad Haam sostuvo: «Fue más fácil sacar a los hijos de Israel de Egipto que sacar de adentro de ellos a Egipto «. Nos aferramos a muchas cosas, somos esclavos de valores que aceptamos pasivamente sin cuestionar. La verdadera libertad del individuo -y del pueblo- es ser fiel a sí mismo. Cada uno examinará su conciencia, para ser libres, para pensar y elegir, entre el bien y el mal, ante todo, para ser solidarios, para respaldar a los que están oprimidos, para ayudar. Se trata de rechazar la opresión, oponerse a las tiranías, valorar las discrepancias y la multiplicidad de opiniones, respaldar las diferencias, y entender la ética en la que está basado el Judaísmo. La diversidad ya es apoyada en la propia Hagadá. Gracias a ella sabemos que hay cuatro niños (metáfora de la diversidad) y que hay que respetarla: «educa al joven según su camino». También puede entenderse como cuatro niños en nosotros: Sabio: busca respuestas profundas y diversas. Curioso: escucha maravillado. Rebelde: no acepta lo tradicional y quiere explicaciones personales. Silencioso no se manifiesta pero tiene la necesidad de experiencia
«Este es el pan de la aflicción que nuestros padres comieron en la tierra de Egipto. Todo aquel que tiene hambre que venga y coma. Todo aquel que tenga necesidad que venga y celebre el Pésaj con nosotros…». Así está escrito. Al celebrar el Séder dejamos la puerta entreabierta para que los necesitados y los que deseen vengan a compartir la cena de Pésaj.
VIVENCIAS PERSONALES
Pésaj empieza despacito, varios días antes, se mezcla el corazón, la memoria, los olores, los recuerdos y el estómago: la comida juega un papel importante, hay que hacer mandados, ir a varios lugares pero no todo está en el mismo sitio. Para los askenazis (los judíos europeos) las bolas de pescado son un culto y para ellas (guifilte fish) se necesitan entre 3 y 4 variedades según la receta judeo- rusa de varios siglos, llegada a mí vía gauchos judíos de Entre Ríos del siglo XIX. Tiene el valor proustiano de la madalena, al hacerlo y comerlo, el olor evoca infancia, adolescencia, familia, amigos, gente que queremos y ya no está, aquellas abuelas…..
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